Autor: Eduardo Mendoza
Editorial: Planeta
Nº de Páginas: 432
Precio: 21,50€
ISBN: 9788408097259
Este libro ha sido una de mis lecturas durante este verano. Hasta entonces, no había tenido anteriormente ningún otro contacto con Eduardo Mendoza. De hecho, ni siquiera conocía mucho acerca de este libro, ya que hay veces que simplemente me guío por el título y/o portada y decido lanzarme a la lectura sin saber nada acerca del argumento, lo que a veces resulta una grata sorpresa (y otras no tanto). Lo que me animó en esta ocasión a elegirla fue, como he dicho, leer por primera vez algo de un autor tan consagrado como Eduardo Mendoza, y en segundo lugar, el que fuera premiada con el Premio Planeta 2010.
Argumento e impresiones:
Anthony Whitelands es un inglés experto en arte que llega en tren a Madrid con el objetivo de autentificar y valorar una colección privada de cuadros perteniente al aristócrata Don Álvaro del Valle, Marqués de la Igualada. La razón de este encargo no es otro que conocer de la mano de un profesional el valor real que podría llegar a alcanzar la colección del marqués por si se diera el caso de tener que venderlos en el extranjero y disponer de dinero por si tuvieran que huir él y su familia de España debido a la situación política y los conflictos que se producen derivados de ella.
Nos encontramos en el año 1936, y el futuro de España es realmente muy incierto, ya que los mítines ilegales y las revueltas callejeras son, desgraciadamente, muy comunes. En este contexto de los meses previos al estallido de la Guerra Civil, será fácil que el inocente Anthony Whitelands se distraiga de su misión al verse envuelto en amores con mujeres de distintas clases sociales y verse inmerso sin quererlo en una trama policiaca en la que su vida correrá serio peligro.
Los personajes de esta novela están ricamente definidos y caracterizados, donde Eduardo Mendoza mezcla de manera sublime personajes reales tales como José Antonio Primo de Rivera, Francisco Franco, o Manuel Azaña por ejemplo, con otros ficticios y caricaturescos, dando lugar a situaciones dantescas y absurdas, lo que más de una vez nos sacará una sonrisa.
Una de las cosas que más me han gustado de la trama, es la especialidad y el favoritismo de Anthony Whitelands por la pintura de Velázquez, y cómo Eduardo Mendoza nos explica detalladamente numerosas pinturas de este magnífico artista, dando muchos datos curiosos que nos hagan en más de una ocasión buscar el cuadro al que hace referencia para visualizar y entender mejor toda la interesantísima información que obtendremos sobre la vida profesional y privada, la personalidad, y los motivos que movían a este pintor sevillano. Sin duda, para mí, todo el tema de Velázquez ha sido uno de los puntos fuertes de la historia y una grata sorpresa, ya que me gusta mucho la pintura.
La novela, desde el principio, consiguió engancharme con unas primeras páginas realmente buenas y, sobre todo, muy cómicas. La trama que se iba desvelando poco a poco me resultaba realmente interesante y, a pesar de no ser una novela histórica, la narración nos hace conocer de manera muy tangible la tensión social reinante, contado todo con un particular e inteligente sentido del humor. Curiosamente, he encontrado muchas similitudes con la situación que vivimos hoy en día, sin llegar a tales extremos por supuesto, pero es curioso cómo este contexto social es capaz de sacar lo mejor y lo peor de cada persona. Desgraciadamente, a partir de la mitad de la novela aproximadamente, en no pocas ocasiones notaba cómo se desviaba demasiado el hilo argumental principal y se centraba en la situación política con un lenguaje demasiado culto y unos párrafos muy extensos a la vez que innecesarios que no hacían más que decaer el ritmo de la historia y apartarnos del hilo principal.
Riña de Gatos. Madrid 1936 es una novela entretenida, de lectura agradable y con la cuál me he divertido en más de un momento, aunque también he tenido momentos en los que, sin llegar a aburrirme, sí que la historia avanzaba de manera demasiado lenta al entretenerse el autor en retratar con excesivo detalle algunos momentos políticos y sociales que se antojan prescindibles en el ritmo y en el conocimiento de la trama.
Nota: 3,5 / 5
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