Autor: José Saramago
Editorial: Alfaguara
Nº Páginas: 424
Precio: 15 €
ISBN: 9788420442693
Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una «ceguera blanca» que se expande de manera fulminante. Internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, los ciegos tendrán que enfrentarse con lo que existe de más primitivo en la naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio.
Argumento e impresiones:
El libro comienza de una manera drástica: en una ciudad sin determinar, un conductor parado ante un semáforo en rojo se queda repentinamente ciego. A partir de este “paciente cero” se irá extendiendo esta suerte de epidemia que afectará a ladrones, aprovechados, amas de casa, agentes de seguridad…a todos los estratos y capas de la sociedad, incluido el oftalmólogo que trata los primeros casos. Se trata de una ceguera diferente a la acostumbrada negrura de siempre; esta es como una luz, una capa de pintura blanca justo en la retina de la que no te puedes desprender.
Cuando el hecho alcanza proporciones de pandemia, el gobierno, mezquino como él solo, decide echar mano de la vieja técnica de hacinamiento que, siglos y siglos de epidemias, nos han demostrado que de nada han servido, sólo para crear más miseria de la que ya existe.
En ese encierro permanente, la situación se irá volviendo cada vez más insostenible. Mala higiene, despreocupación total del pudor y el bienestar de los demás, la maldad más venenosa que nunca, y el caos, el horrible caos de una civilización destruida.
Ha sido una lectura magnífica pero, no obstante, no es apta para todo tipo de lectores. Saramago es una lectura densa. Es una lectura calmada, reflexiva, pausada, en donde el lector debe estar constantemente atento porque todo nos devela pistas sobre hacia dónde se encamina la reflexión de este autor. Para empezar, no he dado nombres de personajes, porque no los hay. Son completamente anónimos. Además, la prosa del autor no sigue ninguno de los esquemas al que nos tienen acostumbrados casi todas las demás novelas: no existen los diálogos directos, ni los signos de exclamación o interrogación, siendo la intención y entonación de las palabras las que nos den la clave para entender cuando se pregunta o se declama. Ni siquiera existe un solo punto y aparte en toda la obra, constituyendo un único bloque de texto que parece interminable, y eso puede traer consecuencias negativas en lectores de poca experiencia, tales como cansancio, aburrimiento o tal vez simple molestia.
Argumento e impresiones:
El libro comienza de una manera drástica: en una ciudad sin determinar, un conductor parado ante un semáforo en rojo se queda repentinamente ciego. A partir de este “paciente cero” se irá extendiendo esta suerte de epidemia que afectará a ladrones, aprovechados, amas de casa, agentes de seguridad…a todos los estratos y capas de la sociedad, incluido el oftalmólogo que trata los primeros casos. Se trata de una ceguera diferente a la acostumbrada negrura de siempre; esta es como una luz, una capa de pintura blanca justo en la retina de la que no te puedes desprender.
Cuando el hecho alcanza proporciones de pandemia, el gobierno, mezquino como él solo, decide echar mano de la vieja técnica de hacinamiento que, siglos y siglos de epidemias, nos han demostrado que de nada han servido, sólo para crear más miseria de la que ya existe.
En ese encierro permanente, la situación se irá volviendo cada vez más insostenible. Mala higiene, despreocupación total del pudor y el bienestar de los demás, la maldad más venenosa que nunca, y el caos, el horrible caos de una civilización destruida.
Un fotograma de la película "Blindness" (2008),
basada en el libro de Saramago.
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Pero entre todos los ciegos, aún queda una persona cuyos ojos están sanos, que serán los que nos permitan contemplar el desarrollo de los acontecimientos: la mujer del oftalmólogo, que fingirá su ceguera para no abandonar a su esposo. Ella será la involuntaria protagonista y la depositaria del último reducto de humanidad y generosidad que quede en un mundo ciego. Se convertirá en la guía y apoyo de muchos de los afectados, la personificación de la importancia capital que puede llegar a tener la ayuda al prójimo.
Es en esta desesperante situación donde nos encontramos nosotros, lectores y espectadores de un espectáculo lamentable, que podría ser perfectamente un vaticinio de la realidad incipiente. Es José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998, el encargado de darnos una lección con un puñado de palabras llenas de significado y dejarnos reflexionando sobre la importancia de reparar y ayudar, la importancia de ser solidario, del amor, y por último, de lo peligrosa que es la maldad.
Ha sido una lectura magnífica pero, no obstante, no es apta para todo tipo de lectores. Saramago es una lectura densa. Es una lectura calmada, reflexiva, pausada, en donde el lector debe estar constantemente atento porque todo nos devela pistas sobre hacia dónde se encamina la reflexión de este autor. Para empezar, no he dado nombres de personajes, porque no los hay. Son completamente anónimos. Además, la prosa del autor no sigue ninguno de los esquemas al que nos tienen acostumbrados casi todas las demás novelas: no existen los diálogos directos, ni los signos de exclamación o interrogación, siendo la intención y entonación de las palabras las que nos den la clave para entender cuando se pregunta o se declama. Ni siquiera existe un solo punto y aparte en toda la obra, constituyendo un único bloque de texto que parece interminable, y eso puede traer consecuencias negativas en lectores de poca experiencia, tales como cansancio, aburrimiento o tal vez simple molestia.
¿Es un ensayo? No, no lo creo. Es una novela, pero cuenta una historia que te hace valorar y pensar, en un principio sobre la ceguera, cómo vivimos ahora y cómo nos cambiaría la vida si de repente fuéramos ciegos y si, para más desgracia -que nunca vienen solas-, todos a nuestros alrededor lo fueran también.
Pero yo creo que más te hace meditar sobre la degradación a la que podemos llegar las personas, cómo podemos cambiar, para bien o para mal, cuando nuestro mundo se derrumba, cuando todo lo que conocemos deja de existir, cuando ya no nos movemos en terreno conocido, indefensos ante todos y ante todo lo que nos sucede, incapaces de adaptarnos a un mundo sin comodidades, sin servicios, sin casa, sin comida, sin agua corriente, sin nada de lo que conocemos, casi en un terreno hostil o, cuando menos, inhóspito. ¿Seríamos capaces de empezar nuestra historia, la historia del hombre, desde cero, volver a nuestros inicios? Creo que ni nosotros mismos nos reconoceríamos.
Pero yo creo que más te hace meditar sobre la degradación a la que podemos llegar las personas, cómo podemos cambiar, para bien o para mal, cuando nuestro mundo se derrumba, cuando todo lo que conocemos deja de existir, cuando ya no nos movemos en terreno conocido, indefensos ante todos y ante todo lo que nos sucede, incapaces de adaptarnos a un mundo sin comodidades, sin servicios, sin casa, sin comida, sin agua corriente, sin nada de lo que conocemos, casi en un terreno hostil o, cuando menos, inhóspito. ¿Seríamos capaces de empezar nuestra historia, la historia del hombre, desde cero, volver a nuestros inicios? Creo que ni nosotros mismos nos reconoceríamos.
Nota: 5/5
2 comentarios:
Un libro que tengo pendiente desde hace tiempo, ya que el argumento me parece muy interesante, pero que precisamente por la densidad de la lectura, aún no me he puesto con él, ya que no sé si conseguirá atraparme. Seguramente, cuando me ponga con él, lo alternaré con otra lectura más amena.
A buen seguro que no te hará falta otra lectura alternativa, ya que ésta te atrapará más de lo que parece.
Un consejo: si finalmente la lees, no lo hagas por las noches.
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