Autor: Isaac Rosa Camacho
Editorial: Seix Barral
Nº Páginas: 256
Precio: 18 €
ISBN: 9788432215728
Un grupo de jóvenes decide construir una «habitación oscura»: un espacio cerrado e insonorizado donde nunca entra la luz. Lo que comienza como una mezcla de juego y transgresión va cobrando nuevos usos a medida que van enfrentándose a la madurez.
A través de las vidas de quienes a lo largo de quince años entran y salen de ella, vemos el duro despertar a la realidad de una generación que al llegar a la edad adulta se siente estafada. Una exploración de las posibilidades literarias de la oscuridad, pero también una mirada generacional: un retrato de quienes crecieron confiados en la promesa de un futuro mejor y ahora se encuentran con una vida precaria y falta de elementos de seguridad.
Sobre el autor:
Isaac Rosa es un escritor español nacido en Sevilla en 1974. Inició sus estudios de Periodismo en Badajoz y ha pasado gran parte de su vida en Extremadura, aunque actualmente reside en Madrid. Es columnista habitual de Eldiario.es, habiendo sido con anterioridad columnista del diario Público. Además, es muy activo y comprometido socialmente tanto en sus artículos periodísticos como en su narrativa. De cara a las elecciones generales de 2011 manifestó su apoyo a la candidatura de Izquierda Unida.
Ha obtenido numerosos premios (de 9 obras publicadas, 6 resultaron premiadas). Por La habitación oscura, ha ganado en 2014 el Premio de la revista Quimera al mejor libro de narrativa del año.
Argumento e impresiones
La novela arranca con un tema tan socorrido como el sexo, que no abandona en todo el relato: un grupo relativamente numeroso de amigos inventa un cuarto oscuro para usarlo a discreción en lo que plazca, fundamentalmente sexo. Todo vale. Peras con manzanas o manzanas con manzanas... lo que te encuentres, da igual. La primera parte de la novela de Rosa va de agotar combinaciones y poco más. Plantea al lector casi todo lo que puede pasar en esa habitación. Esto, como señuelo, es ideal para ganar seguidores nostálgicos de algún movimiento de liberación sexual pero la cosa tiende al alargamiento extremo y aburre sobremanera.
Hasta que un día la gente empieza a buscar otra cosa y el cuarto oscuro deja de ser sólo un picadero para convertirse en un refugio de silencio. Con esto dará comienzo la razón de ser de una novela, que plantea nuestro particular qué se esperaba de nosotros, qué va a ser de nosotros, con lo que hemos sido, en el contexto social actual, crisis económica, de la generación del mismo Rosa. De ahí la elección de la voz (nosotros) como truco para involucrar al lector. Destacan las (somníferas) páginas y páginas donde todo es describir para, con la descripción, dibujar el nosotros, sujetos de consumo. La novela tiene una prosa machacona y un aire pretencioso difícil de perdonar que seguramente acabará siendo la razón de que mucha gente abandone pronto su lectura.
Aquí un ejemplo de tres momentos diferentes en los que se plantea exactamente lo mismo. Hay muchos más.
«[…] era otra forma de refugiarnos, de llegar aún más al fondo, de acurrucarnos bajo la tierra y desaparecer para después resurgir más fuertes, con un blindaje en la piel que nos duraría el día entero ahí afuera, […]»«[…] para ella la habitación oscura era todo lo contrario: un escondrijo, una forma de cobardía, de ponerte a salvo unas horas,[..]»«[…] La habitación oscura se había convertido en un agujero donde escondernos, un lugar donde estar a salvo unas horas.»
La idea de fondo, aquello con lo que justifica la inclusión del cuarto oscuro, se resume fácilmente en la siguiente frase incluida en el libro: «El mundo se desmoronaba mientras nosotros follábamos felices» (frase que se entiende perfectamente así, solita, pero que Rosa, en su afán detallista, se empeña en desarrollar hasta el agotamiento: «… la gente desgraciada era lanzada por los balcones con todos sus muebles y recuerdos mientras nosotros follábamos felices, los enfermos se morían en los pasillos de los hospitales esperando una prueba diagnóstica mientras nosotros follábamos felices, los padres de familia hacían cola con sus hijos en los comedores sociales mientras nosotros follábamos felices, los banqueros y sus políticos robaban a manos llenas mientras nosotros follábamos felices…») - así dos páginas enteritas-.
El problema, insisto, es que el mensaje, por más cargado de razón que esté, no da para mucho (desde luego no para tanto) e Isaac comete el error de incluir una supuesta trama de intriga, supongo que para rebajar un poquito la causa social, tan cargante a veces, y justificar un libro de casi trescientas páginas.
En conclusión, decidí leer este libro porque era cortito y novedoso, sin albergar esperanzas de que fuera una obra maestra, por supuesto, pero sí buscaba pasar el rato leyendo algo interesante. Craso error. Me costó Dios y ayuda terminarlo (y eso que hasta ahora he sido muy optimista con mis valoraciones). En definitiva, si el plan era plantar una idea como la crisis que nos ocupa, dejarla crecer sobre un fondo de felaciones y masturbaciones y trabajar sobre ella para demostrarnos lo idiotas que somos, la solución no tenía necesariamente que pasar por llenar páginas y páginas de la misma información ni de caer continuamente en los mismos tópicos.
Cabe decir que no he leído nada más de Rosa, pero no sé si me atrevería con algo más debido a su cargante prosa. Para gustos, colores. Hay personas a las que les encanta este autor y otras que no lo aguantan. Yo, después de este libro, me incluiría en el segundo grupo, indudablemente.
NOTA: 1'5 / 5